Por Anahí Testa
La docente de artes plásticas y ahora dueña de Casa Charó, Silvana Ruiz, junto a su hijo Octavio nos abrió las puertas de éste, su lugar soñado ubicado en Tucumán; para que conozcamos más sobre el proyecto y el taller de cerámica ancestral, una de las maravillas del lugar.
Casa Charó “es la casa que una vez soñé”, cuenta Silvana, y está ubicada en el pedemonte del cerro tucumano; y rodeada por un jardín al que ella llama “terreno experimental”.
Ese amplio territorio natural tiene un pequeño bosque comestible con árboles y plantas frutales y otros arbustos que atraen a los colibríes y mariposas, además en un área más elevada y oscura del lugar cuenta con un pequeño vivero en proyección.
En resumen dice Silvana “Charó es una casa vivero dónde continuamente suceden actividades en estrecho vínculo conviven ahí la naturaleza y el arte”.
La cerámica llegó a Charó en 2018 y con ella el primer horno Condorhuasi a Tucumán y fué así como Silvana en ese recorrido por el hacer en unidad con el barro y el fuego encontró a maestros enormes que transmiten la cerámica ancestral.
Uno de ellos es Delfín Gerónimo, quien da un taller anual en Charó. Él sostiene “vengo de una familia que mantuvo el oficio de ceramista heredado de nuestros antepasados los diaguitas”
Relata que su abuela y su papá tuvieron que ver en lo que él hace hoy; porque ella era ollera (nombre que le daban a los ceramistas en ésa época), producía lo utilitario (tinajas,pucos etc) y bajaba a vender a Fuerte Quemado; su padre también era del oficio.
Delfín con su labor artesanal busca rescatar las técnicas, funciones y significancia de la cerámica de sus antepasados los diaguitas para que como él dice “el pasado no se pierda”. El también es escritor y en sus libros La Cayischa, rimas testimoniales (2021) y Versos y relatos de mi tierra (2017) (a los que él describe como apuntes en forma de prosa) intenta reflejar aquello que le cuentan verbalmente los ancianos, recuperando así con sus creaciones la memoria de su comunidad.