Cementerios Indígenas: acceso desigual a la Convivencia con la ancestralidad

Por Laki Quispe y Noelia Carrazana

Cementerios Indígenas: por el derecho al Buen Vivir-Buen Morir

En Argentina, los cementerios de las Comunidades Indígenas representan mucho más que lugares de descanso eterno; son símbolos de identidad, memoria y resistencia cultural. Sin embargo, estos espacios sagrados – especialmente los de los Pueblos Kolla y Mapuche – enfrentan diversas amenazas, como el desplazamiento y la falta de reconocimiento legal, que ponen en riesgo la continuidad de sus tradiciones.

Desde TeleSISA y Minka Comunicación desarrollamos un informe con una serie de notas periodísticas, titulada Cementerios Indígenas – Por el derecho al Buen Vivir-Buen morir, el cual examina la historia, los desafíos legales y la cosmovisión de los cementerios Indígenas. A través de casos en Jujuy, Neuquén y Los Toldos, exploramos las experiencias y luchas de estas Comunidades por preservar sus espacios de entierro, abordando temas como la Ley de Cementerios Indígenas, los rituales de despedida y la defensa de estos territorios frente a intereses externos.

Cuando se recupera “la vida Mapuche” se aspira a un “Buen Morir”

Los Toldos, Argentina – La memoria y la identidad son pilares fundamentales en la lucha de los Pueblos Indígenas por recuperar su legado cultural y espiritual. En este contexto, el anhelo de un “Buen Morir” no solo se refiere a la forma de despedirse de la vida, sino también a la profunda conexión con la tierra, los ancestros y sus territorios sagrados.

Foto: Pablo Mardones Charlone

Verónica Azpiroz Cleñan, referente de la Comunidad Mapuche Epu Lafken de Los Toldos, en la provincia de Buenos Aires, destaca que la negación de un espacio territorial para el descanso de los seres queridos fallecidos en torno al ojo de agua (geh lafken) de la Laguna La Azotea es un acto de despojo por parte del Estado. Desde 1901, se ha prohibido al Pueblo Mapuche enterrar a sus seres queridos en el Eltuwe, un lugar que ahora se pretende utilizar como espacio de turismo rural. La restricción no solo es una herida en el tejido cultural, sino una muestra del trato desigual frente a otros grupos que cuentan con cementerios protegidos y dedicados a sus prácticas y creencias.

Los cementerios indígenas frente a los cementerios privados y religiosos

Mientras que los cementerios Indígenas, espacios sagrados de profundo valor cultural, enfrentan un continuo desamparo legal y el avance de intereses privados, los cementerios privados y religiosos gozan de protecciones y regulaciones que garantizan su preservación. En Argentina, cementerios cristianos, judíos y musulmanes cuentan con normas que amparan sus rituales funerarios y su integridad física y espiritual. En contraste, los cementerios Indígenas, aunque cumplen un rol fundamental en la identidad y la cultura de los Pueblos Originarios, son vulnerables a desalojos y destrucciones sin que existan leyes que los amparen de manera efectiva.

Romero Luis, vocero del Consejo Zonal Rangiñ-Chekimün de la Confederación Mapuche de Neuquén, expone la falta de legislación que respalde estos sitios: “Claramente, a nivel nacional no hay nada establecido, tampoco en las provincias, pero sí hay descripciones en el Convenio 169 y en la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Estos dos instrumentos… establecen algunas especificidades sobre el cuidado, el resguardo y la protección de sitios sagrados de los Pueblos Indígenas”.

A pesar de que Argentina ha ratificado instrumentos internacionales como el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, el reconocimiento y la protección de los cementerios indígenas sigue siendo una deuda pendiente. La Ley 24.071, que adhiere al Convenio 169, obliga al Estado a cumplir con estos acuerdos internacionales, pero la falta de implementación práctica resulta en vulneraciones a los derechos de los Pueblos Originarios sobre sus propios espacios ceremoniales.

La memoria de los ancestros es vital en el modo de vida indígena. Cada ceremonia, cada canto y cada ritual está impregnado de historias transmitidas de generación en generación. Para los Pueblos Indígenas, la muerte no es un final, sino una transformación, simbolizada en el término “mapuluwün” en la lengua Mapuche, que implica que los espíritus de los ancestros regresan a la tierra. Este ciclo espiritual contrasta con la visión de los cementerios privados, donde los cuerpos son depositados en terrenos gestionados comercialmente, y con los cementerios religiosos, que aunque también tienen un fuerte significado espiritual, están reconocidos y protegidos legalmente.

Cementerios en tierras privadas: una práctica de invisibilización

Romero denunció que muchos cementerios indígenas han sido cerrados o intervenidos en propiedades privadas, incluyendo estancias y terrenos ocupados por grandes empresas. “Durante mucho tiempo, las grandes estancias y empresas de capitales privados han avanzado en cerrar los espacios donde se encontraban cementerios Indígenas… con el ánimo de borrar o desaparecer cualquier tipo de vestigio en el territorio”, afirmó.

Además, expuso cómo algunos restos han sido trasladados sin consentimiento a museos, tanto en Argentina como en el extranjero, lo que constituye una violación cultural y legal. “Esto claramente constituye un delito legal que no prescribe, y los pueblos hemos estado haciendo reclamos permanentes exigiendo la restitución de esos restos y el reconocimiento de nuestras tierras”, agregó Romero.

La consulta previa: una herramienta ignorada

Uno de los reclamos centrales de las comunidades indígenas es la aplicación de la consulta previa, libre e informada, un derecho contemplado en el Convenio 169 de la OIT que rara vez es respetado. “Somos nosotros quienes somos vulnerados, porque el Estado no tiende a aplicar el Convenio 169 en lo que respecta al procedimiento de consulta previa”, expresó Romero. Muchas veces las comunidades no son notificadas ni consultadas, siendo el Estado cómplice de intereses privados que ponen en riesgo la biodiversidad y los sitios sagrados.

Para las comunidades Mapuche, el buen morir implica un proceso ceremonial en el que el cuerpo de la persona fallecida es acompañado durante cuatro días, con rituales que incluyen la presencia de caballos, juegos tradicionales como el palin, y alimentos preferidos por el difunto. Este proceso fue prohibido durante años por el aparato estatal, arrancando de las comunidades una de sus prácticas más profundas.

El vínculo con el agua: un aspecto único de la cultura mapuche

Un aspecto distintivo en los cementerios Mapuche es su cercanía a un cuerpo de agua, ya sea laguna, río, mar o cascada, ya que para esta cultura, el agua es símbolo de vida y transición. Sin embargo, en Los Toldos, desde 1983, el espacio de la Laguna La Azotea ha sido codiciado para fines recreativos y turísticos, sin distinción de gobiernos. Documentos públicos desde 2017 muestran cómo la comunidad Epu Lafken exige el reconocimiento de su cementerio ancestral y denuncia la codicia que amenaza sus derechos sagrados.

En contraste, los cementerios religiosos y privados en Argentina suelen ser espacios donde las comunidades pueden honrar a sus muertos de acuerdo a sus creencias sin temor a desplazamientos ni restricciones, disfrutando de la seguridad legal que los cementerios indígenas aún no tienen. La lucha de la Comunidad Epu Lafken, una entre tantas, es una demanda urgente por sanación, dignidad y justicia, un recordatorio de la necesidad de reconocer los derechos de los Pueblos Originarios en cada aspecto de su vida, incluyendo su relación con la muerte y el descanso final.

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