Por Sacha Sonqo
El misterio de la vida se manifiesta en pequeñas cosas. El coyuyo es una de ellas. Este espíritu del norte canta con el calor, de la siesta, anuncia el cortejo del sol y la tierra; acompaña el crecimiento de la fruta madura que luego cae como alimento del alma.
En la siesta del verano santiagueño hay un insecto que canta en los árboles y dicen que madura el fruto de la vida, la dulce algarroba. A este cantor los locales lo llaman COYUYO (y lo pronuncian coiuio) este trovador representa un ícono natural de Santiago del Estero, donde su canto es conocido como la «sinfonía de los algarrobales».
El coyuyo es un insecto que forma parte de la familia Cicadidae, dentro de la cual se agrupa una gran cantidad de especies existentes en el mundo. El tamaño y el canto varían de una especie a otra, lo que puede ser comprobado al viajar en el período de calor por distintas regiones del país.

Los cicádidos (Cicadidae), conocidos comúnmente como cigarras, chicharras, chiquilichis, cocoras, cocorrín, cogollos, coyoyos, coyuyos, ñakyrã, ñes, campañero, tococos o totorrones, son una familia de insectos del orden Hemiptera. Las cigarras pueden vivir tanto en climas templados como tropicales.
Tienen un desarrollo vital completo que dura de dos a diecisiete años, según la especie. Las ninfas viven enterradas mientras que los adultos viven sobre los árboles, alimentándose de su savia. La intensidad del sonido o canto que emite una cigarra puede llegar a los 86 dB.
Su morfología está definida por un cuerpo robusto y coloreado en una gama de colores que comprende el amarillo, el verde, el naranja, el rojo y el negro, lo cual le permite ocultarse entre las hojas de los árboles en los que suele habitar.
Poseen dos pares de alas membranosas, dos anteriores de mayor tamaño translúcidas, grandes y expuestas que cubren y protegen dos más pequeñas cuando el insecto está posado. Son insectos de vuelo corto, con que se desplazan de árbol en árbol. Poseen un par de ojos salientes, tres ocelos u ojos simples y un par de antenas. Los órganos auditivos están ubicados en el tórax. Aunque el sonido es emitido a cualquier hora del día, es más frecuente e intenso al anochecer y al amanecer y pueden emerger hasta 1.5 millones de cigarras por acre (0.4 hectáreas).
El órgano productor de sonido, consta de una membrana quitinosa llamadas timbales y una especie de sacos con aire que funcionan como cajas de resonancia, estos se encuentra en la base del abdomen de los machos, las hembras de la especie carecen del mismo. También cumple este canto la función de ahuyentar enemigos o congregar a otros machos de la especie, lo cual se ve reflejado en el modo constante o interrumpido en que el sonido es emitido.
Nuestro país cuenta con distintas especies de esta familia de insectos, con tamaños que van desde un centímetro y medio hasta unos seis centímetros para la longitud del cuerpo, sin considerar las alas. En las provincias del Noroeste al menos, suelen llamar coyuyo al de tamaño grande y chicharra al de tamaño menor. En Santiago del Estero diferenciamos entre las dos especies grandes que vemos: Si es de color verde con negro lo llamamos coyuyo o ckoyuyu; si es de color marrón con negro, lo llamamos royo. La chicharra es chica y de color marrón con negro.

Tantas veces me mataron. Sin embargo, estoy aquí. Resucitando
Cantando al sol como la cigarra. Después de un año bajo la tierra
La canción ‘Como La Cigarra’ de la reconocida cantautora argentina María Elena Walsh es un himno de resiliencia y esperanza. A través de sus versos, Walsh describe metafóricamente las adversidades de la vida como muertes simbólicas de las que, a pesar de todo, se puede resurgir.
Coyuyo y su significado
La palabra «coyuyo» se refiere a la cigarra, especialmente a la de gran tamaño. En quichua, «coyuyo» significa «silbador» y proviene del verbo «cuyuy» que significa «silbar»
En Santiago del Estero, provincia ubicada al noroeste de la República Argentina, existe una subvariedad del quechua, denominada quichua santiagueño, dialecto hablado por aproximadamente 160.000 personas y se extiende por alrededor de 16 departamentos Atamisqui, Avellaneda, Figueroa, Loreto, Mitre, Quebrachos, Robles, San Martin, Sarmiento, Silípica y Salavina, y parte de los departamentos Capital, Juan Felipe Ibarra, Moreno y Taboada a lo largo del río Salado. También en Buenos Aires por alrededor de 450.000 migrantes que provienen de Perú.
El quichua de Santiago del Estero, según varios autores es un amalgama de varios dialectos quechuas como el sureño y el norteño y a su vez, producto de varias corrientes migratorias en la provincia, con una vehemente relación con los habitantes de la Mesopotamia santiagueña (prehispánicas y el incanato). Los y las quichuistas no son un grupo lingüístico uniforme, sino que existe una diversidad de hablantes con distintas variantes como por ejemplo el dominio, la valoración y el uso.
En Argentina, la provincia de Santiago del Estero es la que cuenta con la mayor cantidad de quichuahablantes, personas portadoras de una lengua minoritaria que padece un alto grado de invisibilización y discriminación lingüística.
Estos factores terminan produciendo un desarraigo (o sea una pérdida de las raíces sociales y familiares sufriendo la identidad personal un extrañamiento) en los pobladores bilingües (quichua-castellano) lo que conlleva a la paulatina desaparición de la lengua ancestral.
El quichua santiagueño también se manifesta en la música popular de Santiago del Estero a través de la chacarera overa, un género que mezcla el quichua y el castellano. El músico santiagueño Sixto Palavecino fue un defensor de la lengua quichua y un referente del folclore. En sus composiciones, sobre todo en las chacareras, cantaba la primera parte en quichua y la segunda en castellano.
Algunas de sus obras que incluyen quichua son: «Llajtaymanta Llojserani» (chacarera quichua), «Ampisunaas Amorani» (remedio quichua), «Maypichus» (vidala quichua), «Atoj Yutuán» (chacarera quichua).
Otros ritmos folclóricos de Santiago del Estero son la vidala, el gato, el escondido, la zamba, el bailecito, el pala pala, el remedio y el huayra muyoj.
“Na fruta tucúcoj ‘rin; ckoyuyuscka cantan sin fin. Suj ckoyuyitu huillacun, nispami: Llallin, llallin.” (Ya la fruta se va a acabar, los coyuyos cantan sin fin. Un coyuyito nos avisa, diciendo: “Pasa, pasa”).
En esta estrofa de la chacarera Sentimiento Montaraz, Don Sixto Palavecino relata cómo el tiempo de la abundancia de frutas en el bosque santiagueño comienza a declinar y una pequeña cigarra, con un canto diferente a las otras, parece estar aserrando o diciendo “llallin” repetidas veces. Llalliy significa pasar, llallin significa pasa (él o ella pasa) y, en este caso, Don Sixto interpreta la voz del pequeño insecto como un aviso de que el tiempo de la fruta está pasando.
