Por Noelia Carrazana
Septiembre 2022-A casi tres años de la sospechosa muerte de Sebastián Moro, su causa no avanza en los estrados judiciales bolivianos y tanto la prensa argentina como la boliviana raramente se ocupan del caso.
Sebastián Moro fue encontrado agonizando en su casa del barrio de Sopocachi, de la ciudad de La Paz el domingo 10 de noviembre de 2019. Moro había llegado en febrero del 2018 a Bolivia, expulsado de Argentina, por las precarias y difíciles condiciones laborales impuestas por el gobierno neoliberal de Mauricio Macri a aquellos periodistas que como Sebastián se ocupaban de los Derechos Humanos.
Moro trabajaba como editor en jefe de Prensa Rural, órgano de la Confederación Sindical de Trabajadores Campesinos de Bolivia, el sindicato mayoritario, uno de los sostenes del gobierno del Movimiento al Socialismo liderado por el presidente Evo Morales. En las semanas previas a su muerte, fue convocado por el diario argentino Página 12 como corresponsal en Bolivia.
“Un golpe de Estado está en marcha en Bolivia”, fue el título de la última crónica que Sebastián Moro escribió para Página 12. “Con la policía amotinada, las Fuerzas Armadas comunicaron que no intervendrán en las calles y llamaron a una ‘solución política’. La oposición pide la renuncia de Evo Morales. Los sindicatos agrarios salen a las calles de El Alto a apoyar al presidente”, escribió.
El sábado 9 de noviembre fue un día de extrema convulsión en La Paz, miembros de los grupos paramilitares, que además contaban con el apoyo de la policía, quemaron y violentaron a los medios oficiales y a otros órganos de comunicación afines al Movimiento al Socialismo.
Entre ellos Prensa Rural, cuya sede fue tomada y su director, José Aramayo, perseguido para finalmente atarlo a un árbol; esa imagen se viralizó rápidamente como un símbolo del silenciamiento que los golpistas pretendían imponer a los medios que nos apoyaban.
El domingo 10 de noviembre, Evo Morales anunció por la mañana que convocaría a nuevas elecciones nacionales. Finalmente, a las 17 horas, anunció su renuncia, después de 13 años en el poder.
Sebastián ese domingo 10 ya no respondió al teléfono. Su hermana Penélope Moro fue la última persona que habló con él, el sábado 9 de noviembre, a las 23 horas.
El domingo 10, la familia, preocupada al no lograr contactar a Sebastián, pidió a sus amigos de La Paz que concurrieran a su domicilio a chequear la situación.
“Yo lo encontré en la cama, incluso me reconoció», declaró Willy, el testigo principal del caso. ‘Estoy bien, hola Willy’, me dijo. «Se lo veía muy mal; el olor a orina inundaba toda la habitación.» «Cuando llegamos a la clínica Rengel, las enfermeras me pidieron que ayudara a cambiarlo de ropa; allí es cuando noto los golpes en su brazo y cuerpo. Ya después vinieron los del consulado argentino y entonces yo ya lo dejé a su cargo y no fui a verlo más”, explicó el testigo.
Ataque a la prensa
El 12 de noviembre la senadora opositora Jeanine Añez se autoproclama presidenta de Bolivia en una irregular sesión de la Asamblea, sin el quórum que establece la normativa, violando la norma constitucional. Inmediatamente, Añez nombra a su gabinete y posesiona a Roxana Lizárraga como ministra de Comunicación. Ya en sus primeras declaraciones, Lizárraga, apunta a la prensa.
“Lo que hacen algunos periodistas bolivianos o extranjeros que están causando sedición en nuestro país, tienen que responder a la ley boliviana (…) ya se tiene identificados a estos comunicadores”, advierte la nueva ministra.
En medio de esta situación, la embajada argentina decide refugiar a los periodistas de su país que habían llegado para cubrir la crisis y el golpe de Estado. No ocurre lo mismo con Sebastián Moro.
Pénelope, su hermana decide volar a La Paz, y desde el aeropuerto de El Alto, logra llegar a la clínica Rengel con la ayuda de amigos, en medio de los bloqueos. Al llegar le entregan un primer parte médico donde le señalan que Sebastián había tenido varios accidentes cardiovasculares, y una afirmación que prueba ser falsa: que el periodista Sebastián Moro, estaba alcoholizado al ingresar. Hubo dos informes médicos más que desmintieron ese primer parte médico.
Normando Álvarez, quien fuera el embajador de Argentina en Bolivia durante el gobierno de Mauricio Macri, es acusado por la familia de Moro de indiferencia y descuido. “Él venía siempre como saliendo de un partido de tenis o algo así (…) cuando nos enteramos que la embajada estuvo implicada en el envío de armas de Argentina a Bolivia, sentí que estuvimos mi mamá, mi hermana y yo en manos de un criminal ya que no solo nos negó el avión sanitario, declara la hermana de Sebastián, Penélope.
Sebastián muere el sábado 16 de noviembre a la medianoche.
“Melisa Campitelli, la cónsul argentina en La Paz nos dijo que para volvernos más rápido lo mejor era cremar el cuerpo de Sebastián, y la Cónsul se apresura a hacer todos los trámites», asegura Raquel Rochietti, la madre de Sebastián. «Se nos pasa por alto, ante la situación de haber visto marcas en el cuerpo de Sebastián, el hacer una denuncia policial porque el informe médico continuaba diciendo ACV y politraumatismos.Entonces, hay negligencia por parte de la Cónsul y de la clínica. La Cónsul, la abogada Melisa Laura Campitelli Mayor, en su doble rol de abogada y autoridad consular no podía ignorar que al cremar un cuerpo se pierde la mayor evidencia al momento de averiguar el porqué del deceso”, declara Raquel.
Por ello, Rocchietti indica que hay responsables de todas estas situaciones. “El 14 de noviembre, cuando llega el avión Hércules con el material bélico (desde Argentina) para reprimir al pueblo boliviano, en ese Hércules, es el mismo Normando Álvarez, en la madrugada del 15, quien envía de regreso a Buenos Aires, a los periodistas argentinos de los grandes medios para protegerlos. A nosotras nos habían dicho que no era posible que llegara un avión sanitario por el contexto que se estaba viviendo”.
La Justicia boliviana se toma su tiempo…
En una entrevista a fines del 2021 a un medio argentino el actual Procurador General del Estado Plurinacional de Bolivia, Wilfredo Chávez, luego de conocido el informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes
(GIEI), indicó que “el caso de Sebastián Moro tiene que ser investigado. Todo apunta que fue un asesinato, directo y con ejecución”. Sin embargo, a casi un año de aquellas declaraciones la causa duerme en la justicia boliviana.
La madre del periodista indica que “en Bolivia sigue siendo imposible encontrar un avance real de la investigación, de hecho, las investigaciones abiertas por las masacres de Senkata y Sacaba donde las fuerzas militares del gobierno de Añez asesinaron a más de 37 personas, aún continúan estancadas.”
Los familiares de Moro que se encuentran en contacto con las familias de los asesinados en las masacres indican que al día de hoy se sigue pidiendo al actual presidente Lucho Arce un compromiso verdadero que comenzaría con el cambio de fiscales y jueces ya que siguen siendo los que estuvieron durante el golpe de estado, desde Juan Lanchipa, Omar Mejillones, William Alabe, Horacio Pericón y continúan denunciando que existe clientelismo y corrupción ante el pedido de avance de las causas.
En Argentina hay dos causas abiertas, en las que se pide la investigación para el esclarecimiento de la muerte del periodista, una radicada en Córdoba en la que la familia Moro es querellante, por delitos de Lesa Humanidad.
Esa causa contra algunos funcionarios del gobierno de Jeanine Añez, se presentó ante la Justicia Federal Argentina. La segunda causa se abrió en Mendoza y está a cargo del patrocinio legal de la abogada Viviana Beigel. Ambas demandas se presentaron invocando el concepto de jurisdicción universal.
En estos momentos, la causa más importante es la que se sigue en Bolivia, la abogada encargada de llevar el caso es la doctora Mary Carrasco. “Estamos en el momento de la presentación de un perito de parte que será un profesional experto de Argentina y también un profesional del Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF) de la Paz para que puedan realizar las investigaciones sobre el historial clínico; eso nos dará una mayor aproximación de lo que pudo haber ocurrido, estudiando científicamente las evidencias”, señala Carrasco.
“En cuanto a la posible coordinación a la causa en Bolivia, han existido comunicaciones por parte del gobierno argentino, especialmente por parte de la Secretaría de Derechos Humanos de La Nación para pedir información sobre el avance de la causa. Las acciones que se están intentando coordinar es la posibilidad de designar un perito de parte para que pueda participar de las pericias que se van a realizar en Bolivia”, asì detallo Beigel, la abogada argentina.
Respecto del apoyo que tiene la causa por parte del estado boliviano la letrada Bolivia concluye que “no ha existido ningún apoyo por parte del gobierno boliviano y eso que yo hable personalmente con el Ministro de Justicia”.
El caso Moro a través de los medios, la justicia y el gobierno de argentina
Si ponemos en el buscador de Google el nombre de Sebastián Moro veremos que son escasos los medios que han publicado sobre el caso del periodista argentino. En los medios grandes, tanto locales e internacionales, ni siquiera lo ha considerado.
En cuanto al gobierno argentino, éste se pronunció el 7 de junio pasado, fecha en que se celebra el Día del Periodista en Argentina, cuando se le realizó un homenaje a Moro en el Congreso de La Nación. Horacio Pietragalla, Secretario de Derechos Humanos de la Nación declaró: «Si hoy Sebastián no está con nosotros y hubo una colaboración del gobierno de Mauricio Macri en esa dictadura (boliviana), hay también responsabilidad de Macri por la muerte de Sebastián y de cada ciudadano que perdió la vida en esos meses», señaló Pietragalla en el homenaje realizado”.
Desde el momento de ascenso del Gobierno de Alberto Fernández esas son las declaraciones más fuertes de un funcionario de alto nivel de Argentina, pero todavía no existe un reclamo concreto de pedido de justicia al estado boliviano.
En este sentido el periodista de investigación y escritor Ricardo Ragendorfer, quien siguió desde el primer momento el hecho por ser conocido de Moro indicó que “el caso de Sebastián Moro y su fallecimiento es un hecho gravísimo, porque no solo se trata de un homicidio en el marco de una situación tan conmocionante como es un golpe de estado, sino a que eso se le agrega que en nuestro país no tuvo la repercusión, ni el reclamo de justicia. En ese sentido otros hechos de asesinatos de periodistas recibieron un rechazo social y una actitud de parte de las fuerzas políticas mucho mayor, no digo del Estado en sí porque a veces se dan determinadas circunstancias y no sucede”.
“En el caso de Sebastián existe una constelación de hechos que conspiraron para que no exista la repercusión y la reacción por parte de los gobiernos boliviano y argentino, una de ellas tal vez sea la poca experiencia de la justicia boliviana en tratar crímenes de lesa humanidad y este evidentemente es un crimen de lesa humanidad”, explica Ragendorfer.
El periodista indica que no encuentra una explicación política, y agrega: «tengo un gran interrogante que no tiene respuesta; además de trabajar para medios alternativos, Sebastián, también era corresponsal del diario Página 12. A mí me llamó mucho la atención el poco espacio que particularmente le dio el diario a la agresión que sufrió y, desde su fallecimiento pasaron varios días para que el medio tomara el toro por las astas y se pusiera al frente de este reclamo en particular. Podrían haber puesto en tapa la duda de su muerte y así generar una visibilización mayor”.
Por otro lado el secretario del Sindicato de Prensa de Buenos Aires, General Agustín Lecchi, indica que “una parte de un sector del periodismo que tiene más visibilidad en los grandes medios de comunicación ningunearon la causa y el rol de Sebastián por lo menos por tres motivos distintos: porque no era un periodista que trabajaba en medios de Buenos Aires, porque trabajaba para medios sindicales, populares y en ese sentido un sector de los periodistas pueden ser muy corporativos y prestigistas y, también porque muchos fueron muy condescendientes con lo que sucedía en Bolivia en el momento del golpe ya que en ese momento había un consenso desde las grandes corporaciones mediáticas en Latinoamérica y argentina que cuestionando la reelección de Evo Morales”.
Lecchi detalla que “entonces si bien hubo periodistas que viajaron a Bolivia que fueron hostigados y que sufrieron en carne propia la represión de dictadura de Añez, desde los medios y desde las asociaciones que representan a las cámaras empresariales, es decir a los dueños de los medios le dieron la espalda al caso de Sebastián. Desde los canales públicos y desde los medios populares fuimos pocos los que visualizamos el caso. Y nos da bronca en el caso de Página 12 porque él colaboraba con ese medio y creo que en el momento que sucedió tendría que haber sido una bandera de todo el medio y no solo de la asamblea de trabajadores de ese medio”.
«En el caso del gobierno argentino que contuvo a mucha gente del partido de (Evo) Morales e incluso les dio lugar para que pueda hacer su campaña para la vuelta de la democracia, es paradójico que el Estado argentino tampoco tome el caso. La falta de acompañamiento del Estado argentino es que quizás con pocas cosas podría haber tenido más relevancia; quizás no hacen al avance de la causa, pero sí hace que se puedan dedicar en su totalidad a la causa y eso lo podrían haber hecho un montón de funcionarios que son compañeros”.
Nota realizada para http://impunidad.ipys.org/pages/historias/sebastian-moro en septiembre de 2022.