Por Noelia Carrazana
Hoy 6 de julio se recuerda el nacimiento del cantautor chapaco, don Nilo Soruco, él, a través de su voz pudo plasmar las letras de los poemas de Victora Alfaro. También escribió sus propias canciones, como la Caraqueña, escrita en su exilio de la dictadura boliviana en Venezuela recordando a su amor.
La música y la danza en todas sus variedades muchas veces perduran en los pueblos a través de cantautores que cuentan las historias del pueblo. Ese fue el caso de Nilo Rixio Soruco Arancibia, músico tarijeño que en la actualidad sigue siendo vigente por la pasión y la prosa de las letras de sus canciones, que en su canto y en su sentir pudo reflejar esa historia e identidad muchas veces oculta que es la del pueblo tarijeño.
Nilo fue dirigente de la Federación de Maestros Urbanos de Tarija, ya que era profesor de música. Por invitación del poeta Oscar Alfaro se convirtió en militante del Partido Comunista en 1951. En 1954, Soruco se casó y tuvo tres hijas: Zemlya, Sonia y Violeta. En el Congreso de 1969, Soruco asumió la dirección nacional del Magisterio de Bolivia.
Este referente del canto social comprometido componía sus canciones junto al poeta y guitarrista Oscar Alfaro. Ambos eran tarijeños y militantes del Partido Comunista.

El canto social comprometido en Bolivia tiene muchos representantes, entre ellos a Carlos López, Benjo Cruz, un santiagueño que se inspiró en Ernesto Che Guevara. Son varios los representantes que aún falta nombrar del canto social boliviano, pero ahora nos centraremos en la figura y obra de Nilo Soruco: “Mi padre a través de las letras de sus canciones nos enseña las vivencias en las historias que cuenta, ahí está la historia del pueblo boliviano y latinoamericano. Él quería transmitir que los que escuchen sus temas los escuchen de tal manera de que interpreten la historia o la vivencia que está contando a través de sus canciones”, cuenta a Mink’a Comunicación Zemlya Srlva Soruco Verdún.
Estos músicos no tenían como objetivo ser reconocidos de manera individual por su arte. “Mi padre decía es canto comprometido y de denuncia, siempre fue un convencido de que no debía existir la explotación del hombre por el hombre, la doctrina Leninista. Era un luchador por los derechos humanos, siempre nos preparó desde niñas a ser alegres y ser sensibles ante otros seres humanos que no tuvieron la misma posibilidad, que era el sistema el que fija esas particularidades”, expresó Sonia Soruco, hija del cantautor.
Esta música de protesta, también llamada canción social es el nombre con que se conoce a la canción de autor de los años 1960 y 1970, que contaban en sus letras la situación social y política, en especial en los países donde se estaba llevando a cabo el Plan Cóndor o distintas formas de intervencionismo norteamericano. “Mi padre admiraba a varios músicos, por ejemplo Jorge Cafrune Víctor Jara de Chile, también Violeta Parra, Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, Raúl González Tuñón, al poeta Miguel Hernández, que muerto y torturado en las cárceles de España y a Pablo Neruda. Él fue uno de los pioneros en la canción comprometida y de denuncia. Antes de conocer esas canciones él ya tenía sus composiciones como banderas rojas, como la música que puso al poema «Tragedia del chapaco» de Oscar Alfaro o «La noche de San Juan», sobre la masacre de mineros de 1967”, subrayó Sonia, una de sus hijas quien sigue viviendo en la ciudad que lo vio nacer y morir, Tarija.
Cabe destacar que en Bolivia la mano dura vino con la dictadura de Hugo Banzer Suárez, quien asaltó el poder en 1971 y mantuvo su terror hasta 1978.
Al cantautor, luego de ser encarcelado y torturado durante varios meses, su familia logró que Nilo pueda exiliarse en Venezuela. Cuentan que mientras se despedía de su familia ya en el avión comenzó a escribir la caraqueña, una de sus cuecas más conocidas y sentidas: “Qué lejos estoy, qué lejos estoy de mi ansiedad, mi río, mi sol, mi cielo llorando estarán”. “Él decía que sus canciones no son de protesta, es canto comprometido y de denuncia, entonces su música y todo eso era toda su vida y siempre nos enseño desde niñas al luchar por esos derechos. (Él) era un hombre muy cariñoso, gracioso con nosotros, siempre tenía alegría en su en su vida” cuenta a Mink’a Comunicación una de sus hijas.
Luego que llegara a su fin la dictadura de Banzer, Nilo pudo volver a su amada Tarija, allí falleció el 1 de abril de 2004 a sus 76 años de edad. Fue reconocido en su país y entre otras.
