Por María Sol Borja
Quito – Entrevista desde “El Cafecito”, Sonorama, 2025.
Sentado en una pequeña mesa del tradicional café de La Mariscal, en Quito, Leonidas Iza habla con la serenidad de quien ha enfrentado medio siglo de procesos judiciales, persecuciones, divisiones internas y traiciones políticas, pero sin perder el tono firme y reflexivo que lo caracteriza. “Yo quiero que funcione la economía comunitaria”, dice con convicción, al iniciar una conversación que va mucho más allá de la coyuntura política ecuatoriana.
“Estoy diseñando cinco indicadores de lo que debería ser la economía en la comunidad. Quiero construir desde ahí, para que no quede solo como una ilusión”, explica. Su mirada se centra en materializar la propuesta de una economía comunitaria, inspirada en los principios del pensamiento latinoamericano de José Carlos Mariátegui y en las prácticas ancestrales de los pueblos originarios. “Se trata de recuperar la esencia de lo que fuimos —dice—, pero aplicándolo al siglo XXI”.

Un dirigente bajo asedio
A sus 42 años, Iza acumula más de 50 procesos judiciales desde 2012, la mayoría por su participación en movilizaciones y protestas sociales. “He pasado por la cárcel, por prohibiciones de salida del país, por persecuciones políticas. Pero no tengo miedo. Me cuido, sí, pero miedo no tengo”, afirma.
Denuncia que la criminalización de la lucha indígena sigue siendo una estrategia de los gobiernos para desmovilizar las demandas colectivas. “Nos dicen violentos, terroristas, pero no revisan cómo nació el capitalismo: con sangre y despojo”, señala, en una crítica abierta al poder político y económico. Para Iza, la clase política actual es “la más violenta de la historia”, y la violencia estructural del Estado continúa cultivando pobreza e indignación.
Una política sin transformaciones profundas
Sobre el panorama político ecuatoriano, Iza se muestra escéptico. Rechaza el calificativo de “intransigente”, pero sostiene que la política institucional tiene límites que impiden transformaciones reales: “Hay un límite institucional de la política. El movimiento indígena puede ser radicalmente revolucionario, pero cuando entras al sistema, el sistema te controla.”
Recuerda las divisiones dentro de Pachakutik y lamenta la cooptación de dirigentes que, según él, “terminaron yendo detrás del poder”. “No es un ataque personal”, aclara, “pero duele ver compañeros de lucha que ahora se sientan con el gobierno de Noboa”.
El dirigente no se arrepiente de su postura durante las elecciones de 2023, cuando evitó apoyar abiertamente a Luisa González, candidata del correísmo, aunque reconoce que la coyuntura fue compleja. “Apoyar a Luisa no era apoyar a Correa, era una posibilidad para anclar las demandas históricas. Pero el país estaba polarizado y el movimiento indígena dividido”, reflexiona.
Quizá uno de los momentos más personales de la conversación llega cuando Iza habla de las traiciones internas que vivió dentro de la CONAIE. “Sí, me traicionaron compañeros muy cercanos, gente que defendí con mi vida”, dice sin rodeos.
Recuerda que, durante su gestión, propuso no ir a la presidencia de la República sino liderar una agenda fuerte desde la Asamblea Nacional. “Hubiera sido mejor encabezar la Asamblea. Ahí se podía construir una política plurinacional desde lo colectivo”, lamenta. Pero las circunstancias, y también los conflictos internos, lo llevaron por otro camino.
Aun así, asegura que no guarda rencor “Hay momentos en que me indigna, me genera ira, pero hasta ahí. No tengo venganza. Prefiero que todo se dilucide con debate político.”
Su vida familiar, dice, ha estado marcada por la lucha y las ausencias. “Sí, a veces soy luz de la calle y oscuridad de la casa”, admite. Su esposa enfrentó una enfermedad grave durante su carrera política, y esa experiencia le hizo repensar prioridades: «Para dirigir un país o una organización, primero hay que dirigir la casa, dirigir a uno mismo.”
A pesar del riesgo que conlleva su exposición pública, afirma que su familia está preparada: “He trabajado mucho con mis hijos para que entiendan que si algo me pasa, no es culpa de la organización. La lucha tiene sus condiciones y hay que aceptarlas con serenidad.”
Un hombre de izquierda comunitaria
Leonidas Iza se define como un hombre de izquierda, plurinacional, intercultural y comunitarista, que cree en la transformación desde lo colectivo. “No creo en la soledad, eso sería colonial. La lucha siempre es colectiva”, dice.
Rechaza el caudillismo y se distancia del poder personalista: “Nunca me he vendido, nunca me han doblegado, y me gustaría que me recuerden por eso: por sostener la coherencia, por aportar ideas al bien común del Ecuador y de los pueblos indígenas.”
El futuro: la economía comunitaria
Hoy, su proyecto más ambicioso es demostrar que otra economía es posible. Ha destinado sus propios bienes para poner en práctica experiencias de producción y organización comunitaria. “Lo que no haría un capitalista”, dice entre risas. Su objetivo es mostrar, en hechos concretos, que una economía basada en la cooperación, la reciprocidad y el equilibrio con la naturaleza puede funcionar.
Con tono sereno pero firme, concluye: “Falta mucho por hacer. Pero si logramos cambiar la forma de hacer política, cambiará la realidad de la gente. Esa es mi lucha, y no pienso dejarla.”
