Amasar la memoria migrante: celebración de los Panes de Difuntos en San Martín

Por Noelia Carrazana

El Viernes 31 de octubre, a las 16 horas, en la Huerta Orgánica El Ceibo del Barrio Lanzone (San Martín), Rosa Valencia, junto a Colectividades Unidas sin Fronteras y organizaciones locales, invita a una jornada comunitaria para elaborar panes de difuntos —tantawawas, escaleritas, palomas y otras figuras ancestrales— y compartir memorias y saberes culinarios. En contextos de migración, estas prácticas alimentan la memoria colectiva, rearticulan lazos y permiten que las tradiciones territoriales sigan vivas lejos del lugar de origen.

Rosa Valencia, una mujer sucreña que vive en el barrio Lanzone desde hace más de cuarent años, tuvo la iniciativa de retomar una tradición que muchas familias bolivianas —y también del norte argentino, México y otras regiones del continente— mantienen viva cada noviembre: la elaboración de los panes de difuntos, conocidos en los Andes como tantawawas o t’anta wawas.

Amasar el pan de difuntos es amasar la memoria —dice Rosa—. Cada figura es una forma de traer a los nuestros cerca, aunque el territorio sea otro.”

Aunque las celebraciones varían según la región, la esencia es la misma: honrar a los ancestros a través del pan, el olor y la memoria. En México, por ejemplo, el pan de muerto adquiere forma redonda y se adorna con tiras que evocan huesos o lágrimas. En los Andes, en cambio, la masa se transforma en figuras con identidad propia: escaleras, llamas, caballos, palomas o cruces, cada una con su sentido espiritual.

En Buenos Aires, estas tradiciones encuentran continuidad especialmente en comunidades migrantes que se reúnen para recordar y celebrar. En el Cementerio de Flores, cada año cientos de familias bolivianas llevan tantawawas, flores y música para acompañar a sus muertos, manteniendo viva una práctica que se transmite de generación en generación.

También en la ciudad, desde la W’aka del Parque Avellaneda, la Mesa del Aya Markay Quilla organiza talleres explicativos sobre el calendario ritual andino. La profesora Frida Rojas encabeza, como cada año, el taller de urpus y tantawawas en el Comedor La Esperanza del Bajo Flores, una iniciativa esperada por muchas familias que buscan recuperar una práctica que forma parte de su memoria familiar.

Las actividades continuarán el 28 y 29 de octubre desde las 14 horas en la esquina de Av. Varela y Oceanía, a pocos metros del Cementerio de Flores. Este año, tras varios años de gestiones, se acordaron medidas para facilitar el desarrollo del Aya Markay Quilla o Todos Santos andino: se permitirá el ingreso con panes y ofrendas sin restricciones, se extenderá el horario hasta las 18 horas y habrá acceso asistido para personas con movilidad reducida.

Estas jornadas rescatan una práctica familiar ancestral y reafirman el derecho a celebrar la vida desde la memoria colectiva y el territorio migrante.

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