Tradición y color: La Amazonía boliviana despide a sus muertos

En San Buenaventura, un pueblo enclavado en la Amazonía boliviana, el amanecer del 1 de noviembre llegó impregnado de flores, panes, guirnaldas y velas encendidas para celebrar Todos Santos. En esta fecha, las familias bolivianas abren las puertas del recuerdo para reencontrarse con sus seres queridos que ya partieron.

Foto: Claudia Castro – Cementerio de San Buenaventura

Entre la carretera de tierra y la serranía, este 2 de noviembre, el cementerio local amaneció colorido, a la espera de las familias que se acercaban para conmemorar a sus difuntos. En Todos Santos, cada 1 y 2 de noviembre, se preparan mesas llenas de t’antawawas (panes con forma humana), frutas, bebidas y los alimentos preferidos del difunto, una costumbre que varía según la región del país.

Foto: Claudia Castro – Cementerio de San Buenaventura

En San Buenaventura, las familias dan la bienvenida a las almas el 1 de noviembre, antes del mediodía, con una mesa servida de alimentos, flores, velas, coronas y bebidas que comparten con quienes se acercan. Por la noche llega el rezo, que puede extenderse por unas horas o continuar hasta el amanecer, según lo dispone cada hogar.

Al día siguiente, con los primeros rayos del sol, algunos pobladores se dirigen al cementerio, mientras que la mayoría lo hace por la tarde. El 2 de noviembre es el día de la despedida, momento en que las tumbas se adornan con esmero y se llenan de vida. Para los habitantes, no es una jornada de tristeza, sino de encuentro, ya que las almas, según la cosmovisión andina, regresan para compartir por unas horas con sus familiares antes de emprender nuevamente el viaje al más allá.

Foto: Claudia Castro – Cementerio Rurrenabaque

En un gesto de memoria y amor, las familias se reúnen junto a cada lápida para despedir a sus seres queridos con música, risas y rezos. Las mesas, servidas con panes, frutas, bebidas y velas encendidas, se comparten con los rezadores, que en su mayoría son niños. La tradición cuenta que cada grupo de pequeños ofrece una o dos oraciones por el alma del difunto, y a cambio recibe parte de la ofrenda.

Foto: Claudia Castro – Cementerio San Buenaventura

En esta región amazónica, Todos Santos se vive como un puente de luz: una comunión entre el mundo visible y el invisible, donde el amor vence al olvido y la vida florece entre las tumbas.

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