El fenómeno “Capitán Lara”: cómo un outsider viral cambió la política boliviana y empujó a Rodrigo Paz a la cima

Por Calixta Quispe

La historia política reciente de Bolivia tiene un nuevo protagonista. Y su nombre no proviene de los tradicionales círculos de poder, sino de los algoritmos de TikTok. Edman “El Capitán” Lara, expolicía y figura mediática nacida de las redes sociales, se convirtió en el inesperado motor que catapultó a Rodrigo Paz y al Partido Demócrata Cristiano (PDC) al primer lugar en la primera vuelta de las elecciones presidenciales.

De denunciante policial a fenómeno electoral

Edmand Lara, conocido popularmente como “Capitán Lara”, se convirtió en una figura política inesperada. Exoficial de la Policía Boliviana y oriundo de Cochabamba, comenzó a ganar notoriedad en 2022 cuando denunció presuntos actos de corrupción dentro de la institución.


En 2024, un Tribunal Disciplinario lo dio de baja definitiva, sin derecho a reincorporación, decisión que él siempre consideró una represalia por sus denuncias.
Lejos de desaparecer del espacio público, Lara trasladó su activismo a las redes sociales. En TikTok, donde acumula más de 130 000 seguidores, se presenta como “Capitán Lara” y combina mensajes políticos con denuncias anticorrupción. Tras el triunfo del PDC en la primera vuelta, uno de sus videos superó las 70 000 reproducciones.

El propio Lara reconoció que su estrategia digital y territorial fue decisiva: “Nosotros hicimos campaña en redes sociales, caminando, entrando a los mercados, escuchando a la gente. Ahí está el resultado”, dijo a CNN, vestido con una chaqueta con los colores del PDC y un collar de flores durante un acto de celebración.

Según los datos oficiales del Tribunal Supremo Electoral (TSE), el PDC obtuvo el 32,15 % de los votos en la primera vuelta, mientras que Libertad y Democracia, la fórmula encabezada por el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga, alcanzó el 26,64 %.

En la segunda vuelta del 19 de octubre, el binomio Paz–Lara logró 54,5 % de los votos, imponiéndose a Quiroga y su compañero Juan Pablo Velasco (45,4 %). El PDC ganó en seis de los nueve departamentos: La Paz, Cochabamba, Oruro, Potosí, Chuquisaca y Pando, mientras que Quiroga triunfó en Santa Cruz, Beni y Tarija.

En su departamento natal, Tarija —donde Rodrigo Paz había sido alcalde (2015-2020) y luego senador—, el PDC alcanzó el 41,6 % de los votos en la primera vuelta, frente al 32,4 % de Quiroga [El Deber / Opinión]. Sin embargo, en la segunda vuelta, realizada el 19 de octubre de 2025, el panorama se invirtió: Tarija fue uno de los tres departamentos donde el PDC perdió, con 49,7 % frente al 50,3 % de Quiroga.

Según medios locales, esta caída se explica por el desgaste de la figura de Paz en su propio territorio. Durante su gestión municipal, enfrentó cinco procesos penales por presuntas irregularidades en obras emblemáticas como el puente “4 de Julio” y el proyecto “Ciudad Inteligente”, que incluyen acusaciones de contratos lesivos al Estado, conducta antieconómica e incumplimiento de deberes [El País de Tarija / ABI / El Deber]. En ambos casos, la Fiscalía dictó imputaciones formales y dispuso la anotación preventiva de bienes mientras avanzan los juicios.

A ello se suman denuncias por obras inconclusas y gastos considerados excesivos. Entre ellas, el polémico “mástil millonario” o “monumento a la bandera”, donde una auditoría de la Contraloría detectó un daño económico al Estado de Bs 166.981 y ordenó la devolución de esos fondos. Asimismo, la Alcaldía posterior informó que 18 proyectos de su gestión estaban bajo revisión, incluido el mástil, por sobrecostos y deficiencias técnicas. También fue observado el tema de cámaras del proyecto “Ciudad Inteligente”, del cual más de la mitad no funcionaban.

El malestar ciudadano frente a estas obras simbólicas —mientras persistían problemas de agua, salud y servicios básicos— erosionó la base de apoyo de Paz en Tarija. Así, pese al triunfo nacional del PDC con 54,6 % de los votos frente al 45,4 % de su rival, el exalcalde no logró retener la confianza de su propio electorado departamental, donde el recuerdo de su gestión se convirtió en un lastre político decisivo.

En primer lugar, la popularidad de Lara no nació en la política, sino en la denuncia. En 2023, el entonces capitán de la Policía Boliviana comenzó a grabar videos mostrando a sus superiores recibiendo sobornos o extorsionando a familiares de detenidos. Estas transmisiones en vivo, difundidas por TikTok, lo convirtieron rápidamente en un símbolo del hartazgo ciudadano frente a la corrupción.

Sin embargo, su enfrentamiento con la institución tuvo un costo: fue suspendido, acusado de “usurpación de funciones” y brevemente encarcelado. Lejos de desaparecer, ese episodio consolidó su imagen de “víctima del sistema” y reforzó su credibilidad como denunciante.

Posteriormente, en 2024, fue expulsado definitivamente de la Policía. Desde entonces, decidió completar sus estudios de Derecho y fundar un pequeño partido —“Nuevas Ideas con Libertad”— inspirado en la figura de Nayib Bukele, a quien cita como su referente. Aunque no logró registrar su sigla, su discurso de “renovación y limpieza moral” lo acercó al PDC, que lo eligió como candidato a vicepresidente en mayo de 2025, tras la renuncia del postulante original.

Asimismo, la campaña del PDC fue todo menos convencional. Mientras los grandes partidos invertían millones en propaganda televisiva, la dupla Paz–Lara optó por una estrategia austera y orgánica: transmisiones en vivo, caravanas por tierra y mensajes directos al ciudadano.

“Vamos a reventar las redes sociales con nuestras propuestas. No tenemos dinero para hacer la campaña, pero sí tenemos convicción y compromiso”, arengaba Lara en uno de sus videos más compartidos.

Esta táctica, basada en la interacción constante con sus seguidores, permitió a Lara conectar con sectores populares tradicionalmente alejados de la política institucional. Según el analista Ricardo Paz, “la principal preocupación de la gente es la corrupción y vieron en el capitán Lara la renovación generacional y a un justiciero dispuesto a luchar contra ella”.

Del mismo modo, el economista Armando Ortuño explicó que “el giro clave de la campaña de Rodrigo Paz es el momento en que incluye al capitán Lara como su vicepresidente; desde ahí la dinámica se acelera en los segmentos populares”.

De TikTok al voto: la conexión emocional

Por otra parte, la campaña de Lara trascendió el ámbito digital. Durante sus recorridos, siempre acompañado de su esposa, realizó apthapis —reuniones comunitarias andinas donde se comparten alimentos— con líderes indígenas y pobladores rurales.

La militante del PDC en La Paz, Amelia Ramírez, aseguró que “la victoria de Paz se debió al carisma y la cercanía del expolicía con la gente” y que “la población valoró la austeridad de la campaña y la presencia constante en territorio”.

Esa mezcla de humildad, fe y discurso anticorrupción se convirtió en una narrativa poderosa frente al desencanto ciudadano. “No invertimos millones en propaganda, invertimos confianza en el pueblo”, declaró Lara tras conocer los resultados preliminares.

Populismo, fe y controversia

No obstante, el ascenso meteórico de Lara no está exento de controversias. Tras la victoria, ofreció un discurso desafiante en El Alto, en el que lanzó un insulto homofóbico y advirtió a su propio candidato presidencial: “Si Rodrigo Paz no cumple, yo lo encaro”.

Tales declaraciones le valieron duras críticas, incluso de su oponente Tuto Quiroga, que lo calificó de “caudillista”. Luego, el propio Lara se disculpó públicamente, admitiendo que “se excedió motivado por la rabia de la gente que hace trampa”.

Para los analistas, ese episodio reveló tanto su falta de experiencia política como su estilo directo, capaz de fascinar y polarizar a la vez. “Lo que más preocupa es la advertencia que hizo a su propio candidato de enfrentarlo si no cumple”, observó Ricardo Paz, quien atribuyó el incidente a su “inmadurez política”

Por último, el capitán Lara insiste en no adscribirse a ninguna ideología. “Del capitalismo me gusta el libre mercado y la libre exportación; de la izquierda, la igualdad y el punto de partida para todos”, explicó en una entrevista reciente al diario El País.

En esa línea, propone una “economía mixta” y la reducción de aranceles, junto a una repartición 50/50 de los ingresos fiscales entre el Estado central y las regiones. Pero, sobre todo, centra su narrativa en la moral y la justicia: “Si alguien roba, le corto las manos y lo meto preso”, dijo entre risas en la radio ERBOL.

En conclusión, la irrupción del “Capitán Lara” simboliza la entrada definitiva de los outsiders digitales en el tablero político latinoamericano. Su caso demuestra que la viralidad puede competir con el dinero, y que la autenticidad —o la percepción de ella— pesa más que los discursos partidarios.

Sin embargo, la gran incógnita sigue abierta: ¿podrá esa energía de redes transformarse en gobernabilidad y acuerdos políticos ahora que están en el poder? Si lo logra, Bolivia marcará un precedente regional. Si no, el fenómeno Lara será recordado como una llamarada intensa, pero breve, del hartazgo popular contra la vieja política.

Fuentes: El País (España), EFE, Infobae (Argentina), ERBOL (Bolivia), El Deber (Bolivia), Opinión.com.bo, CNN.

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