Ingenio Ledesma: despidos, ganancias millonarias y una celebración macabra

El cierre de la zafra 2025 en el Ingenio Ledesma, en Jujuy, quedó marcado por un hecho indignante. Durante el acto de finalización de la cosecha, la empresa realizó una representación en la que se simulaba la muerte de un trabajador atrapado en una máquina. La puesta en escena, lejos de ser un simple ritual simbólico, generó repudio y estupor entre los presentes.

Lejos de ser una “performance inocente”, el acto fue interpretado como una muestra de desprecio hacia los obreros, especialmente en un contexto de despidos masivos y creciente conflictividad laboral. En el último año, Ledesma desvinculó a más de 220 trabajadores —entre ellos obreros azucareros y del sector citrícola— en sucesivas tandas que comenzaron en febrero.

Los gremios denunciaron que los despidos fueron arbitrarios y que entre los afectados hay delegados y activistas sindicales, lo que consideran una clara maniobra de persecución laboral. La empresa, en cambio, argumenta que las cesantías responden a “pérdidas económicas”, aunque su propio balance desmiente esa versión: en 2024 declaró ganancias netas por más de $39.000 millones y continúa realizando inversiones millonarias.

Para muchos trabajadores, el grotesco “ritual” de cierre de zafra no hizo más que poner en evidencia el desprecio patronal y la violencia simbólica que persisten en los ingenios del norte argentino. No se trata de un hecho aislado: año tras año, el Ingenio Ledesma reproduce la misma representación, en la que un muñeco —que encarna al obrero— es “sacrificado” ante las máquinas.

La escena evoca inevitablemente la leyenda del Familiar, ese mito nacido en los ingenios como explicación popular al sacrificio de trabajadores a cambio de la prosperidad del patrón. En esa figura monstruosa, mitad perro y mitad demonio, el pueblo condensó su memoria de siglos de explotación. Y en Ledesma, donde el terror empresarial tiene historia —desde la Noche del Apagón durante la dictadura cívico-militar hasta los despidos actuales—, el mito parece cobrar cuerpo nuevamente.

Fuente: La Izquierda Diario

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