Por Noelia Carrazana
En una jornada histórica para Bolivia, Rodrigo Paz Pereira fue electo presidente tras imponerse en la segunda vuelta electoral realizada este domingo 19 de octubre de 2025.
El binomio del Partido Demócrata Cristiano (PDC), integrado por Paz y su compañero de fórmula Edmand Lara Montaño, obtuvo el 54,5% de los votos, frente al 45,5% alcanzado por su rival Jorge “Tuto” Quiroga, de la alianza Libre.
Con estos resultados, confirmados por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) a través del Sistema de Resultados Preliminares (Sirepre), Bolivia cierra dos décadas de hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS), partido que gobernó de manera ininterrumpida desde 2006 con Evo Morales y luego con Luis Arce.
“Los resultados son irreversibles”, aseguró el presidente del TSE, Óscar Hassenteufel, al anunciar el 100% del cómputo oficial.
La victoria de Paz marca el regreso de una tradicional familia política al Palacio Quemado, aunque con un discurso más centrista y un proyecto que busca equilibrar el gasto público con incentivos a la inversión privada bajo el lema “Capitalismo para todos”.
Un balotaje inédito y un mapa político en transformación
Estas fueron las primeras elecciones con segunda vuelta en la historia boliviana, tras la reforma electoral de 2023.
El PDC había alcanzado el 32,06% de los votos en la primera ronda, mientras que la alianza Libre obtuvo 26,7%, obligando a definir la contienda en octubre.
Durante la campaña de segunda vuelta, Rodrigo Paz enfrentó una intensa guerra sucia mediática y digital, pero su estrategia se centró en la presencia territorial y el contacto directo con las comunidades, lo que le permitió sumar apoyos tanto entre sectores moderados como en antiguos votantes del MAS descontentos con la gestión de Luis Arce.
Analistas locales coinciden en que su triunfo reconfigura el mapa político boliviano, pero advierten que el nuevo gobierno enfrentará una difícil gobernabilidad en medio de una crisis económica marcada por la escasez de combustibles, inflación y falta de reservas internacionales.
Rodrigo Paz y su gestión en Tarija: entre obras emblemáticas y denuncias de corrupción
La gestión de Rodrigo Paz Pereira como alcalde de Tarija (2015-2020) estuvo marcada por un discurso de modernización urbana y fuertes controversias.
Durante su mandato impulsó obras de alto impacto visual, como el Puente 4 de Julio, con un costo superior a 73 millones de bolivianos, cuestionado por presuntos sobrecostos y falta de utilidad. La Fiscalía de Tarija imputó a Paz y a varios exconcejales por contratos lesivos al Estado, conducta antieconómica e incumplimiento de deberes.
Otra polémica fue el llamado “mástil millonario”, una estructura de 50 metros con una bandera gigante que costó alrededor de 5,5 millones de bolivianos. El actual alcalde denunció gastos excesivos de mantenimiento, aunque Paz negó las cifras.
Su administración fue catalogada por medios locales como “controvertida”: combinó proyectos de modernización y digitalización municipal con obras de alto costo y baja prioridad social. Hoy, el nuevo presidente de Bolivia arrastra al menos cinco procesos judiciales vinculados a su paso por la Alcaldía tarijeña.
Un outsider que llega a la vicepresidencia: ¿Quién es Edmand Lara Montaño?
Edmand Lara Montaño, un abogado y tiktoker cochabambino, irrumpió en la política nacional boliviana tras ser electo vicepresidente de Bolivia junto a Rodrigo Paz Pereira, en una fórmula que sorprendió por su perfil mediático y discurso “ciudadano”.
Lara se hizo conocido por sus videos en TikTok y Facebook, donde denunciaba presuntos casos de corrupción y abusos de poder en instituciones públicas, combinando humor, lenguaje popular y acusaciones directas. Su estilo confrontativo y su habilidad para viralizar contenido lo convirtieron en una figura fuera del circuito político tradicional, con un fuerte seguimiento juvenil y regional.
Sin embargo, su ascenso también estuvo acompañado de controversias: fue denunciado por difamación y uso político de redes sociales, y protagonizó enfrentamientos con autoridades locales y periodistas. Pese a ello, capitalizó su imagen de “voz del pueblo” y su discurso anticorrupción para posicionarse como una figura fresca frente al desgaste de los partidos tradicionales.
Hoy, su llegada a la Vicepresidencia es vista como un fenómeno inédito en la política boliviana: un influencer digital convertido en líder institucional, símbolo de la creciente influencia de las redes sociales en los procesos políticos del país.
El nuevo gobierno asumirá el 8 de noviembre en un contexto económico crítico. Bolivia enfrenta una fuerte caída en sus reservas internacionales, escasez de combustibles, inflación sostenida y un déficit fiscal creciente. Además, el MAS mantiene el control de varias gobernaciones, sindicatos y movimientos sociales, lo que anticipa un escenario político tenso y con posibles focos de resistencia.
Tras su triunfo, Rodrigo Paz Pereira llamó a la unidad nacional: “Bolivia necesita reconciliación y resultados. No más odio, no más división. Vamos a gobernar para todos los bolivianos, sin colores, sin miedo y con esperanza.” Desde el Movimiento al Socialismo, en tanto, las primeras reacciones evidenciaron el golpe político. Analistas y medios internacionales coinciden en que el MAS atraviesa su mayor crisis desde su irrupción en 2005.
