Por Redacción
“El paro sigue, el paro continúa.”
Esa fue la consigna que comenzó a circular en redes sociales apenas unas horas después de que la mesa de diálogo entre el Gobierno Nacional y dirigentes provinciales anunciara la suspensión del Paro Nacional 2025.
Lejos de calmarse, las comunidades se reorganizaron: en Otavalo, Cotacachi y otras zonas de Imbabura, la gente volvió a reunirse en cabildos y asambleas, exigiendo justicia por los tres comuneros asesinados, ayuda para las familias de los heridos y detenidos, y el cumplimiento real de las demandas que originaron la movilización —entre ellas, la reducción del precio de los combustibles y el alto a la represión militar.

Pese al anuncio oficial del fin del paro, las bases y comunidades no reconocen a los dirigentes que participaron en la mesa de negociación.
Durante la tarde del miércoles, comuneros de distintos sectores manifestaron su rechazo a los acuerdos alcanzados, asegurando que sus dirigentes “se vendieron al Gobierno”.
En varios puntos de cierre, los manifestantes permanecen en asamblea permanente, evaluando nuevas acciones colectivas.
En el parque de los Danzantes, el presidente de la FICI, Mesías Flores, fue increpado y agredido por comuneros que lo acusaron de traicionar la lucha popular.
Paralelamente, una marcha se dirigió hacia las oficinas de la organización, donde decenas de personas exigieron explicaciones públicas y rendición de cuentas.
El ambiente en la provincia continúa tenso y militarizado. Aunque el paro fue declarado finalizado por las dirigencias regionales, las bases de la FICI y de la UNORCAC reafirmaron que no acatarán la decisión, mientras no se esclarezcan los términos del diálogo ni se reparen las violaciones de derechos cometidas durante los 24 días de movilización.
Desde la dirigencia nacional de la CONAIE, en tanto, no hubo participación en la mesa de diálogo, que fue encabezada únicamente por representantes de Imbabura, lo que profundizó las divisiones internas.
En los caminos y plazas de Otavalo, las comunidades repiten una misma frase que resume el sentimiento colectivo: “No puede haber diálogo mientras hay muertos, heridos y presos. La dignidad no se negocia.”
El paro no se levanta: sigue vivo en los territorios, en los cabildos y en la memoria de los pueblos que resisten.
