El método bonsái y la sombra de Samuel Doria Medina sobre el nuevo gobierno boliviano

Por Redacción

En las elecciones generales de Bolivia de 2025, Samuel Doria Medina, líder de la alianza Unidad, obtuvo el tercer lugar, quedando fuera de la segunda vuelta presidencial. Este resultado marca el fin de dos décadas de gobiernos del Movimiento al Socialismo (MAS), que se desplomó en las urnas debido a una crisis económica sin precedentes. El país enfrenta una inflación descontrolada, escasez de dólares y combustibles, y una creciente desconfianza en las instituciones estatales. En este contexto, la figura de Doria Medina resurge con propuestas de privatización y ajustes económicos que recuerdan a su controvertido pasado.

Durante su campaña, Doria Medina prometió recortar el gasto público, eliminar subsidios a los combustibles y resolver la escasez de estos en los primeros 100 días de gobierno. Además, se comprometió a restablecer relaciones diplomáticas con Estados Unidos e Israel, y a cumplir con las órdenes de arresto contra Evo Morales. Estas propuestas reflejan una agenda económica de corte neoliberal que busca revertir parcialmente la nacionalización de empresas implementada durante el gobierno de Morales.

Sin embargo, su legado está marcado por la aplicación del llamado «método bonsái» en la década de 1990, cuando se desempeñaba como ministro de Planeamiento en el gobierno de Jaime Paz Zamora. Este método consistía en asfixiar lentamente a las empresas estatales para que no crecieran, permitiendo que el sector privado se expandiera rápidamente. Doria Medina lo describió como una estrategia para que las empresas públicas «vayan muriendo muy lentamente».

Bajo su gestión, más de 45 fábricas estatales fueron privatizadas o cerradas, muchas de ellas a precios inferiores a su valor real. Por ejemplo, la Hilandería Santa Cruz, que había costado al Estado 70 millones de dólares, fue vendida por solo 4 millones. Además, se le atribuye la venta de la empresa de leche PIL a la firma peruana Gloria, a un precio significativamente inferior al de mercado.

Estas acciones generaron pérdidas millonarias para el Estado boliviano y provocaron un aumento en la migración del área rural a las ciudades, además de un desempleo masivo. Analistas económicos como Martín Moreira han denunciado que algunas de estas privatizaciones fueron realizadas de manera fraudulenta, utilizando mecanismos como la venta en corto («short selling»), lo que permitió a empresarios cercanos al poder adquirir activos estatales a precios irrisorios.

En la actualidad, la posibilidad de que Doria Medina regrese al poder genera preocupación entre sectores de la sociedad. En la provincia de Buenos Aires, Argentina, donde reside una significativa comunidad boliviana, votantes expresaron su temor de que figuras como Doria Medina o Branko Marinkovic puedan integrarse al nuevo gabinete. Una residente de La Plata comentó: «Votamos a Lara y a Paz con la esperanza de que no pongan a ninguno de esos rancios de la derecha como Samuel o Branko. Esperamos que no pase como en Argentina, que después arreglan y arruinan al pueblo».

En Bolivia, la incertidumbre persiste respecto a la composición del próximo gabinete. Rodrigo Paz, quien avanzó a la segunda vuelta presidencial, ha expresado su intención de formar un gobierno de unidad nacional. Sin embargo, la inclusión de figuras asociadas a políticas neoliberales podría generar tensiones con sectores que demandan cambios estructurales y mayor justicia social.

De hecho, el programa y los anuncios de Rodrigo Paz han incluido la idea de “cerrar o reestructurar” empresas públicas no rentables y promover incentivos para el sector privado como parte de su plan de recuperación económica. Es justamente en ese punto donde la identidad del gabinete —ministros de Economía, Industria, Hidrocarburos, y Planificación— adquirirá máxima relevancia: quien ocupe esas carteras definirá si las decisiones se orientan hacia socios privados, concesiones y socios estratégicos, o hacia políticas que prioricen el rol del Estado en la reactivación.

En este contexto, el «método bonsái» de Doria Medina resurge como una advertencia sobre los riesgos de aplicar políticas que favorezcan al sector privado en detrimento del bienestar público. La historia de estas privatizaciones fallidas debe servir de lección para evitar repetir errores del pasado y garantizar que las decisiones gubernamentales estén orientadas al beneficio de toda la población.

Si interesa entender en profundidad los mecanismos históricos de privatización y sus consecuencias sociales, se recomienda ver el documental El Robo, que compila testimonios, archivos y análisis sobre cómo se ejecutaron aquellas operaciones y cuáles fueron sus efectos en regiones y economías locales. El filme funciona como una herramienta útil para que la opinión pública y la comunidad internacional comprendan por qué la mera inclusión de nombres como el de Doria Medina en puestos de decisión despierta recelo y debate.

https://adolfomendozaleigue.blogspot.com/2014/02/doria-medina-y-el-metodo-bonsai-de.html
https://ahoraelpueblo.bo/index.php/nacional/politica/asfixiar-las-empresas-publicas-la-tecnica-de-samuel-en-los-90-para-rematar-mas-de-45-fabricas-estatales

Fuente: El informe de la Comisión Especial Mixta de Investigación de la Privatización y Capitalización (CEMIPyC) (24 de febrero de 2014)



https://archive.org/details/TOMO2INTERIORESNEOLIBERALISMO: El método bonsái y la sombra de Samuel Doria Medina sobre el nuevo gobierno boliviano
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Documental «El Robo», Cámara de Senadores del Estado Plurinacional de Bolivia, 2019: https://youtu.be/nM67k4pXEcg

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