Bolivia, o las miserias del poder

Por Raúl Zibechi

Si hubiera algún interés en las izquierdas en reflexionar a fondo para superar el estado actual de cosas, o sea el capitalismo, Bolivia debería estar en el foco de atención. Sin embargo, la realidad dice que, salvo unas pocas feministas como María Galindo, la inmensa mayoría de los intelectuales latinoamericanos prefieren eludir la tremenda disputa entre Evo Morales y el actual presidente Luis Arce que está destruyendo al país, al Movimiento al Socialismo (MAS) y desmoralizando a los otrora potentes movimientos sociales.

La disputa no se produce entre propuestas políticas divergentes, ya que ambos sectores se referencian en el mismo MAS, sino en las ambiciones de poder y en la disputa por el control del aparato estatal.

Alvaro García Linera, Luis Arce y Evo Morales en 2020 en una de sus últimas apariciones públicas juntos.

Morales inició la pelea tras aceptar a regañadientes la candidatura de Arce y David Choquehuanca, ex ministros de Economía y de Relaciones Exteriores en los gobiernos del MAS. Esa candidatura fue literalmente impuesta por las bases, ocho de nueve departamentos votaron en la interna del MAS por Choquehuanca como candidato presidencial, pero Evo impuso que fuera vice, ya que mantiene un radical rechazo a su exministro, que llegó a ser muy popular en el altiplano aymara.

El gobierno de Arce, por su parte, ventila y amplifica las violaciones de mujeres cometidas por Morales, quien tuvo un hijo con una chica de 15 años y se le conocen unos cuantos casos de relaciones sexuales con menores cuando era presidente. «Evo Morales cometió “estupro” continuo a lo largo de todos sus gobiernos», sentenció Galindo en Radio Deseo.

Galindo profundiza en el entorno: “No es que las ministras por ser mujeres no sabían nada, no es que los intelectuales como García Linera quedaban al margen, todo lo contrario. Especialmente los intelectuales de las clases medias urbanas, justificaron a Evo Morales una y otra vez con todo tipo de argumentos que servían para protegerlo y actuar como coro de legitimación conceptual de los estupros continuos que cometía”.

Añade que las violencias sexuales de Evo no fueron ocultadas por su perpetrador, las ventilaba públicamente con “regodeo”. Concluye con una frase lapidaria: “Gobernar, para Evo Morales era entre otras cosas acceder al uso sexual de las jóvenes provenientes del movimiento indígena campesino”.

También es triste que el gobierno de Arce esté utilizando esta situación para beneficio propio y no para que se imparta justicia. La deriva del MAS comenzó mucho antes e involucra a todo el partido, incluyendo a quienes integran los dos bandos enfrentados. El domingo 21 de febrero de 2016 se realizó el referendo a instancias del propio gobierno de Morales para reformar la Constitución y permitir la relección. El resultado fue ajustado: 51.3 por ciento votaron el no y 48.7, por el sí.

Pese a ese resultado, Morales siguió empeñado en la relección, llegando a los comicios de 2019 en situación compleja, ya que buena parte de los movimientos que lo apoyaron ya le daban la espalda y la mayoría de la población seguía rechazando su candidatura. Años atrás había dado “golpes de Estado” contra dos de las más importantes organizaciones sociales: Conamaq y Cidob. En el primer caso, envió a la policía a desalojar a los dirigentes elegidos por las bases, colocando en su lugar a los partidarios de su gobierno.

Son algunos ejemplos que contribuyen a explicar al deriva actual de los dos sectores enfrentados del MAS. De algún modo, siguen detrás del lema leninista de que “salvo el poder todo es ilusión”.

No podemos, empero, conformarnos con la descripción de algunos hechos. Como estoy convencido de que podemos aprender del pasado, se trata de preguntarnos por las razones de semejante deriva que combina autoritarismo con corrupción, violencia sexual y apego al poder.

La primera cuestión es que cuando se coloca en el centro la lucha por el poder, lo demás pasa a segundo plano, incluyendo en lugar destacado la ética y los valores. Sin embargo, quienes se empeñan por cambiar el mundo se inspiran, precisamente, en una ética y unos valores que colocan lo colectivo delante de lo individual: servir en vez de servirse de los cargos y obedecer en vez de mandar son algunos principios que venimos aprendiendo.

La segunda cuestión, es que la historia nos enseña que la toma del Estado “termina por pervertir al revolucionario más fiel”, como escribió el dirigente kurdo Abdullah Ocalan.La experiencia nos dice, una y otra vez, que desde el Estado no se puede transformar el mundo y que es el camino más seguro para reproducir el capitalismo y el orden global, como nos enseñó Immanuel Wallerstein.

El EZLN ha dado un giro muy profundo a la teoría y la lucha por cambiar el mundo al rechazar la conquista del poder estatal. Más allá de la opinión de cada quien sobre el EZLN, ¿no creen que existe un abismo ético entre la comandancia zapatista y dirigentes como Morales?


Fuente: La Jornada, México

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